La semana pasada, con la grabación de contenidos, revisión, pruebas, etc., llegué al fin de semana agotado y decidido a tomármelo tranquilo para descansar, nada hacía pensar lo que ocurrió, que el sábado de madrugada yo andara por las calles del casco viejo de Valencia bebiendo con unos amigos y gritando: ¡que vivan las tetas gordas! Lamentable, realmente lamentable.