Cuando el sábado llegué a mi pueblo para pasar el día con mi madre -esta vez sin la bicicleta plegable- no imaginaba la gran sorpresa que me esperaba. Al llegar mi hermana me dijo que por la tarde había una gala de magia, ¿una gala de magia?, pregunté extrañado, ¿y quién actúa?, se trata de una gala solidaria para dotar de fondos a una escuela en Santa Rosa (Lima, Perú), me dijo ella, añadiendo que los artistas que colaboraban de forma altruista eran de la Escuela de Magia de Ana Tamariz… ¡vaya sorpresón, no me lo podía creer!
Más contento que unas castañuelas, envié un SMS a Ana para ver si ella sabía quién actuaba en mi pueblo. Me contestó en seguida pues, no solamente lo sabía sino que ¡ella estaría también entre el público! Ana no tenía ni idea de que yo era natural de Pedreguer. Logró reservarme un par de butacas pues estaba previsto que el Espai Cultural de Pedreguer, teatro donde se celebraba la gala, estuviera lleno a reventar.
A las siete de la tarde llegué puntual al teatro que, como era de esperar, se encontraba abarrotado de público familiar. Reconozco que me emocioné al ver a Ana y saludarla; no es lo mismo encontrarnos, como suele ser normal, en un congreso de magia que, de forma inesperada, ¡a cien metros de la casa donde nací!… En fin, que soy de pueblo y uno este tipo de sorpresas poco frecuentes le tocan la fibra.
Me senté con Ana a ver la gala en la que Manuel Vera estuvo realmente brillante. Conectó rápidamente con el público que a los pocos segundos estaba totalmente entregado y disfrutando de su magia. Me cautivó, especialmente, su rutina de manipulación de bolas, muy bien estructurada, ejecutada, y preciosa.