Rafael Ventura
Rafael Ventura (Blog), escritor y amigo, es el autor del delicioso divertimento literario, Castillos de Naipes, que se incluyó en el libro del congresista en el CMN Valencia 2008. Hace tan solo unos días Rafael Ventura quedó finalista en el prestigioso concurso Cosecha Eñe con el relato «Unos zapatos para la lluvia». Leer a Rafael Ventura es un enorme placer y este reconocimiento me alegra ya que, a partir de ahora, seremos muchos más los que disfrutaremos de la magia de sus palabras.
Encontraréis el relato «Unos zapatos para la lluvia» en este enlace y en la última edición de la revista eñe en papel.
Y para todos los ilusionistas, especialmente los cartómagos, sobre todo para los que no tuvieron ocasión de leerlo en el libro del congresista, a continuación encontraréis su homenaje a nuestras queridísimas cartas. Todo un honor para nosotros Rafael.
CASTILLOS DE NAIPES
Para levantar un castillo de naipes no basta manejarse bien con la baraja. Es indispensable elaborar una técnica precisa. Conviene no vacilar ni un solo instante. Andarse con mucho tiento. Un paso en falso acarrearía el desplome de toda la arquitectura, y eso es algo que nadie desea. Pretendemos evitar desmoronamientos.
Para comenzar es suficiente descartarse hasta obtener un par de palos completos, sin importar signos y colores: as, dos, tres, cuatro… J, Q y K, lo mismo da que sean de tréboles que de rombos, negras o rojas. Lo verdaderamente importante es el hacer menesteroso del arquitecto.
Se toman las cartas de dos en dos cuidando de asentar, sobre la superficie del tablero donde se levantará el monumento, aquellas con más puntuación en la baraja; emplear las cartas de mayor peso –sietes, ochos, nueves-, para ir formando la base, ese batallón de legionarios en cuyos hombros descansará la cúspide.
Los dedos índice y pulgar son necesarios para encararlas de manera que se apoyen una contra otra en el filo superior, el más estrecho. Con ello obtenemos el primer triángulo del andamiaje, la primera pieza del castillo. Repetir el proceso con otras dos cartas. Es más difícil de lo que parece. Nunca se sirva de pegamentos ni otras mezclas para reforzarlas. Es trampa vil emplear argamasas para unir los bordes; su uso desmerece la osadía del invento y la pena impuesta es la descalificación inmediata y cierta rechifla en consiguientes intentos. Cuando la maña nos permita montar dos triángulos de dos naipes cada uno, deberemos cubrir las cuatro cartas con una quinta que hará las veces de puente, de empalizada. Sobre ella se levantará el imperio de los naipes. Seguir leyendo