Llueve, Domingo, elecciones generales, amenaza de gota fría. Bajo a tomar un café y un borracho solicita mi ayuda para aparcar su coche, no ha superado el control de alcoholemia. Tras el café voy a depositar mi voto. Mientras lo hago, escucho que la lluvia arrecia y pienso que he olvidado correr el sofá para protegerlo de la maldita gotera.
En efecto, llego a casa y compruebo que comenzaba a mojarse, corro el sofá y, antes de ponerme tenso maldiciendo a los del seguro, decido calmarme encendiendo el fuego para asar un pulpo seco. Me quedo mirando fijamente cómo prende haciendo arder los troncos. El fuego, sin darme cuenta, me traslada a otros fuegos, a otros momentos en que fui feliz a su alrededor abducido, tal vez, por el mismo poder hipnótico de sus llamas.
- Pulpo seco en la chimenea
Hemos viajado al fuego en el que Jaime, mi hijo, quemaba las ramas secas de los naranjos tras la poda, en el pequeño campo que tenemos junto a la vieja casita de Pedreguer; a mi padre y a mi abuela Vicentica poniendo cebollas al calor de la lumbre; a las brasas de la viña del Murmurón, a la orilla del Ebro, donde Benjamín nos asó unos chorizos con ajos y, sin pretenderlo, me vi trasladado la peña Oroel de Jaca.
Eran los Pirineos mágicos de 1978, me estrenaba en un congreso. Por primera vez pude ver a magos hacer milagros que me marcaron para siempre. Ese fuego en Jaca, junto a tantos magos que ahora son mis amigos, señaló para mí uno de los momentos más especiales de mi vida. Todavía conservo, como un pequeño tesoro, la foto que me hicieron junto al Gran Somar y Juan Tamariz en la misma peña. Qué momentos.
El día es gris pero el fuego lo está arreglando. Ahora incluso disfruto de la lluvia, a pesar de la gotera, es más, antes de que lleguen Martin y Susan, para los que les voy a preparar un arrocito meloso de bogavante braseado por la chimenea, voy a darme una vuelta para relajarme un poco bajo la lluvia.
No sé qué lío se traen entre el fuego y el agua, no pueden estar juntos puesto que se llevan a matar; sin embargo parece que siempre se estén buscando y, de alguna forma, son cómplices de muchas de las cosas que me ocurren. ¡A saber por qué será!…
Un día gris dando un paseo
Ojo con los calcetines